jueves, 4 de septiembre de 2014

CIEN TÍTULOS



Ella me entregó una lista con cien títulos.
—No te puedes morir sin haber leído antes estos libros —conocía mi afición enfermiza por la lectura. Durante cincuenta años me había suministrado libros de uno en uno. Me acarició con el corazón gastado y un leve color violeta en los labios—. La lista del amor y el saber absoluto —la llamó—. Pronto tendrás que conseguir los libros por ti mismo, querido.
—¿Qué ocurre? ¿Te encuentras mal, mamá?
—Nada que el tiempo no cure, cariño. No te preocupes.
Falleció poco después en su butaca del salón. Me quedé a su lado en silencio. Pasado un tiempo salí a buscar los libros de la lista. Algunos fue sencillo encontrarlos. Otros, en cambio, tuve que buscarlos en librerías, bibliotecas y almacenes de libros usados. Completé la lista.

CIEN TÍTULOS 1

Junté mi tesoro y lo apilé en pequeños montones. Los metí después en una habitación. A continuación fijé la puerta con goznes metálicos y los cerré con un candado. Regresé al salón y arrojé la llave por la ventana. Entonces me senté a leer junto a mi madre.


CIEN TÍTULOS 2


Cerré después la puerta de casa con llave y la tiré por la ventana. Entonces me senté a leer junto a mi madre.

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